Observé previamente que, desde mi perspectiva, todo trabajo requiere de un componente de humano, porque si lo hago un “asunto personal” entonces sí haré que me importe, sí me involucraré y seré responsable de lo que hago, sí me sentiré parte de la organización y de nuestros logros, y sí asumiré un compromiso con eso mismo que me hace crecer profesional y personalmente.
En mi experiencia como trabajador, cuando comprendí que mi empleo no sólo me generaba un ingreso económico y un medio de supervivencia en un entorno capitalista, sino que también era una vía para mi propio crecimiento y trascendencia, fue que intencionalmente comencé a realizar mis labores con el mayor esfuerzo, porque a partir de eso logré estar convencido de que el resultado tiene un impacto directo para mí. ¡Vaya! Me beneficia o me afecta.
Esto no es un juego de palabras, es un círculo virtuoso de productividad que las empresas deberían saber capitalizar de una mejor manera, y va relacionado con una idea simple: las personas somos las que generamos la productividad.
Si en un inicio vemos al trabajador sólo como un componente operativo, ya estamos mal. El reclamo generalizado en todos los análisis de clima laboral es que nos dimensionen en el adecuado equilibrio junto con los recursos materiales y con los recursos financieros.
No por nada nos llaman
recurso humano o capital humano.
Con ello no trato de justificar que la base laboral se sienta superior a la organización misma, porque por cruel e injusto que nos parezca, todos somos importantes por las funciones que realizamos, pero nadie es indispensable por la persona que es. De ahí la importancia de esas caras de la misma moneda a las que me refería previamente. Una, la del trabajador, y la otra, que imprime la denominación, es la del líder.
En el entorno laboral, lo mismo que en la dinámica comunitaria, un eslabón esencial por sí mismo es el emprendedor. Porque lo que es en sí mismo representa eso por lo que no puede ser sustituido, aunque ése vaya a hacer el mismo trabajo. Podrán ejecutar la misma función, mas no darán el mismo resultado. ¿Qué le hace irremplazable?
De entre una larga lista de capacidades personales, quiero destacar en principio la de iniciar desde cero, de dar el primer paso, de tener visión y así ver lo que otros no, de aprovechar su imaginación y creatividad. Su iniciativa es un valor fundamental para la innovación.
Recientemente me topé con un meme que exponía significativas diferencias entre dos naciones. Expongo literalmente:
Lógica japonesa.
Si alguien puede hacerlo, significa que yo también puedo.
Si nadie ha podido hacerlo, seré yo el primero.
Lógica mexicana.
Si alguien puede hacerlo, entonces que lo haga.
Si nadie pudo hacerlo, entonces ¿por qué yo?”
¿Es ésta una realidad generalizada? Sí. De otra manera nos perfilaríamos ya no más como un país en vías de desarrollo, como estamos desde hace décadas; estaría nuestro prometedor entorno sin fuga de cerebros ni piratería de talentos; y, ante todo, antes de cuestionar al Gobierno por lo que hace o deja de hacer, nos preguntaríamos individual y comunitariamente ¿qué estoy haciendo y para qué?
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